Afecciones de la tiroides en tiempos de covid- 19

La tiroides es una glándula en forma de mariposa ubicada en el cuello, arriba de la clavícula y que está encargada de producir las hormonas T4 o tetrayodorironina y T3 o triyodotironina, siendo regulado tanto su tamaño como la producción hormonal por otra hormona secretada en la hipófisis llamada TSH u hormona estimulante de la tiroides.

Para la elaboración de las hormonas se requiere de un aporte promedio de 150 mcg de yodo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un adulto, que se obtiene por lo general en la dieta habitual.

Estas son las que controlan el ritmo de muchas actividades del cuerpo, como el metabolismo.

Entre sus acciones para sostener la vida, las hormonas tiroideas promueven el crecimiento normal del feto y durante la niñez y el desarrollo del sistema nervioso central; regulan la frecuencia cardiaca y la contracción y relajación del corazón; afectan la motilidad gastrointestinal y la depuración renal de agua, y regulan el gasto de energía, la generación de calor, el peso y el metabolismo de los lípidos del cuerpo, por lo que su disfunción tiende a influir en casi todos los tejidos de nuestro cuerpo.

Puede verse afectada des de el punto de vista anatómico con la aparición de bocio o aumento de tamaño de la glándula, nódulos tiroideos o pequeños tumores, los cuales no necesariamente involucran afectación en la producción hormonal. Algunos de estos nódulos en un 5-15 % pueden representar un cáncer de tiroides.

Desde el punto de vista funcional se puede generar un aumento en la producción de hormonas conocido como hipertiroidismo o su disminución de la producción conocido como hipotiroidismo; en otras ocasiones por múltiples factores, dentro de ellos infecciones virales principalmente las que afectan el tracto respiratorio superior y medicamentos, inflamación en la glándula, lo que conocemos como tiroiditis.

Esta última sí puede conllevar a alteración de las hormonas tiroideas por lo general de manera transitoria.

Es posible que durante infecciones severas por SARS-CoV-2 en personas con o sin antecedente de enfermedad tiroidea puedan presentar alteración de las pruebas tiroideas, aunque transitoriamente y muchos de estos sin requerimiento de tratamiento específico.

En la literatura ya han sido reportado algunos casos de pacientes, por lo general femeninas que han presentado tiroiditis dolorosa, manifestado por dolor en el cuello que puede estar irradiado a mandíbula, palpitaciones, asociado a fiebre y astenia, estos casos han ocurrido en el primer mes después de la resolución de la afección por COVID 19.

Si ha presentado alguna de esta sintomatología, sería conveniente comunicárselo a su endocrinólogo.

A la fecha no hay evidencia que soporte que las enfermedades de la tiroides aumenten el riesgo de infección o severidad de la enfermedad por covid-19.

Aunque no se ha demostrado que las personas con disfunción tiroidea descompensada tengan mayor riesgo de infecciones virales, es posible que en casos de disfunción tiroidea severa no controlada aumenten las complicaciones, por lo tanto, se recomienda que los pacientes con enfermedad tiroidea continúen tomando su medicación sin interrumpirla.

Cáncer de tiroides
El cáncer de tiroides ocupa el sexto lugar entre los más frecuentes en mujeres. El más común es el papilar de tiroides, siendo por fortuna el de mejor pronóstico. La supervivencia a 5 años es de más de 98 por ciento.

Pocas veces las malignidades en tiroides requieren quimioterapia o tratamientos que afectan el sistema inmune, así que tener un diagnóstico previo de cáncer de tiroides y recibir levotiroxina no es un factor de riesgo para contraer COVID-19 o tener infecciones más severas.

Si se ha recibido terapia con yodo 131 (I-131) de forma reciente o menos de tres meses a dosis altas pudiera tenerse mayor riesgo de infección por COVID-19 y enfermedad grave, por la alteración transitoria del sistema inmune; pero si este fue un tratamiento pasado de más tiempo, el riesgo de infección por COVID-19 es igual al de la población general.
En muy raros casos algunos pacientes reciben quimioterapia con inhibidores de la tirosina kinasa, si se consideran de riesgo de enfermedad grave por COVID-19.

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