Redimensionando a mamá

Covid-19. Pocos roles han crecido en su dimensión como el de mamá

Ella se quedó mirando al infinito, se sintió cansada de resolver mil cosas en un día, todo rápido, sin descansar y en un espacio tan pequeño, como era el comedor de su hogar.
Era de noche.

Se detuvo a mirar cómo los restos de comida se acumulaban alrededor de la computadora desde la cual trabajaba: dos tazas, una de chocolate y otra de té. Dentro de una de ellas, la envoltura de las galletas o restos de embutidos, en un pequeño plato, un cuarto de sándwich con mordiscos, dos chocolatitos que quedaron en el empaque y la segunda copa de vino tinto.

Acto seguido, miró su cintura y cómo le ajustaba la ropa.

Mamá enfrentaba un nuevo reto que jamás imaginó: el cambio abrupto que la covid-19 trajo a su hogar. Fue tan rápido, que al igual que a ella, a todos nosotros, no nos dio tiempo ni para pensar o filosofar sobre cómo nos cambió la vida.

Además del temor de que sus hijos se contagien, de exageradamente limpiar, le tocó aprender a trabajar distinto: a hacerse una “experta tecnológica” a esa mujer que le encantaba el papel y el olor a” libro nuevo”; a conocer facetas de su familia y de su entorno que no tenía en mente… conoció la impaciencia, el egoísmo, la distancia, la ausencia del abrazo, no existían diálogos divertidos, nada que contar, solo el placer de comer, no importa la cantidad … comer para aliviar la carga laborar y del hogar.

Todos conectados sobre la misma mesa, pero nadie hablaba, planetas cercanos en un multiverso tan desconocido como el silencio mismo. Era el resultado de la pandemia, que alteró la vida de niñas, niños y adolescentes y generó cambios en los hábitos y rutinas de todos. Era el conjunto de efectos colaterales que impactan especialmente a la niñez y adolescencia en dimensiones como educación, nutrición, salud física y mental, ocio y recreación, entre otras.

En particular, estos efectos se intensifican en aquellas poblaciones más vulnerables como las familias que viven en situación de pobreza. Fue esa noche que mamá entendió que todo esto debía cambiar. Si no iniciaba un cambio en ella, nadie lo iba a iniciar. Pocos roles en la sociedad, han crecido tanto en su dimensión como el rol de mamá.

Con hijos de su vientre o no, son mujeres que absorbieron y transformaron la energía que necesitaban y lograron enmudecer el computador, dar instrucciones a sus hijos, levantarse a poner la mesa, la tetera, la lavadora o la carne en la estufa y preguntar cómo va todo, logrando el equilibrio en el hogar.

Entendió, que no existe un régimen universal para todos, mucho menos, una dieta mágica para reducir de peso en poco tiempo.

Lo que existe es un proceso de pérdida de peso que debe tomarse con calma, sin tener expectativas tan altas, que los resultados no esperados, te lleven a la frustración y al abandono fácilmente de la dieta.

Mamá enfrentó y vacunó con amor, la pandemia en su hogar.

Zoom

Dieta y lactancia
Durante la lactancia la madre pierde un promedio de 2 a 4 libras al mes, de forma lenta y gradual, debido a la cantidad de energía que se utiliza para la producción de la leche materna que proviene de la grasa que se almacenó durante el embarazo.

Se necesitan 800 calorías diarias para producir un litro de leche; 500 calorías las aporta la dieta y 300 se toman de los depósitos maternos que se formaron durante el embarazo. Las madres que dan el pecho necesitan unas 500 calorías más al día.

Es fundamental que durante la lactancia la madre ingiera una buena cantidad de líquidos para favorecer la producción de leche materna, debiendo ser alrededor de 3 litros de líquidos al día.

Esta cantidad engloba el agua que está presente en las frutas, sopas y jugos, por lo que de agua y té se debe beber como mínimo 2 litros al día. El café o la cafeína es un estimulante del sistema nervioso y el bebé no consigue metabolizarla. Es bueno evitarla.

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